Tema
Esta es la novela gráfica autobiográfica de Leire Martín, una joven con un trastorno de la conducta alimentaria (TCA). En ella cuenta su historia de superación y recuperación con la esperanza de que sus vivencias puedan ayudar a otros a luchar contra esta enfermedad demasiadas veces pasada por alto.
Puntos fuertes
La portada ya nos dice mucho de esta historia de superación, esa pose triunfal ante la enfermedad representada por dos monstruitos nada amigables, a los que llama Ana (anorexia) y Mía (bulimia).
La personificación de la enfermedad a través de los dos monstruitos es un recurso muy habitual y de gran impacto visual en ilustración, puesto que de esta forma visualizamos mejor la enfermedad y todo lo que ella conlleva. Haciéndonos más participes de lo que siente y piensa el personaje principal, en este caso la autora del mismo.
La historia está dividida en ocho capítulos, donde no hay duda que están escritos e ilustrados desde el corazón. Esta novela gráfica esta coloreada a escala de grises con algún matiz de azul, los personajes y escenarios denotan un gran trabajo de ilustración que, aunque sencilla, está llena de carácter y expresividad. Para nada se echa de menos el color, porque las ilustraciones son grandiosas, limpias y muy trabajadas con una estética muy actual y atractiva visualmente.
La obra está compuesta por viñetas e ilustraciones a página completa que hace que podamos seguir la historia de una manera fácil y muy amena. La tipografía típica de cómic es legible con un léxico coloquial que hace que quieras seguir leyendo hasta el final.
La gestualidad de los personajes es tremenda, lloros, risas, decepción, asombro, miedo… cada expresión inmejorable lo que hace que sintamos cierta empatía por cada uno de los personajes de la historia, entendiendo mucho mejor los sentimientos que afronta el personaje en cada situación según se va desarrollando la historia.
Por qué es medicina gráfica
Los trastornos de la conducta alimentaria en ocasiones pasan desapercibidos porque se tiende a establecer un mismo patrón por el que cortamos a todos los pacientes, pero Leire nos enseña que no siempre es así, que no todas las patologías, no todas las personas desarrollan y se enfrentan a la enfermedad de la misma forma. Esos cambios de conducta y/o de ánimo que pasan desapercibos, la falta de comunicación o esas inseguridades no expresadas son señales imperceptibles en ocasiones por la familia, por lo tanto mucho más por el profesional sanitario. Por eso quizás, muchas se escapen a un diagnóstico precoz y lleguen a nuestras manos más tarde de lo esperado. Siendo más difícil su tratamiento y recuperación.
Esta obra es sin duda un tirón de orejas para los profesionales sanitarios, un grito para que abordemos ciertos temas desde una perspectiva más holística, el paciente como un todo, tanto física como psicológicamente, porque, aunque a veces lo obviemos lo físico se da la mano con lo mental y viceversa. Por lo que es muy importante tenerlo en cuenta para tratar al paciente y su afectación de la forma correcta.
Es también quizás un grito escondido a la presión social que sufrimos a diario, a esos estándares de belleza impuestos por una sociedad insana. Donde creemos que vernos delgadas y bonitas es sinónimo de salud y felicidad.
Esta novela no está dirigida a profesionales que aborden este trastorno directamente, sino a todo aquel, madre, padre, hermano, amiga, compañero… a cualquier persona, tenga o no, cerca una persona con un TCA, esta novela gráfica es una forma de darle visibilidad a una enfermedad en ocasiones ocultada, desmitificada y de ideas preconcebidas que no siempre corresponden con la realidad. En resumen, gran trabajo de ilustración y visibilidad de este trastorno, por último, me quedo con esta frase de Leire “La anorexia y la bulimia no son princesas que te van a llevar hacia la felicidad, sino que son dos monstruos contra los que hay que luchar”.
Premios y enlaces de interés
Perfil de Instagram: @quiseseranaymia
Perfil de la autora en Instagram: Leire Martín Curto
https://www.behance.net/leiremartincurto
Artículo en “El Correo” «Las relaciones insanas con la comida esconden emociones»