Puntos fuertes

En este magistral trabajo gráfico de Oriol Malet, se nos propone un viaje en el tiempo a las vidas y etapas de creación de seis artistas de Art Brut. El medio de trasporte es la visita al museo de arte contemporáneo Kunsthalle Bern (Suiza) de una estudiante de bellas artes, a quien la aparición de los fantasmas de Jean Dubuffet, Hans Prinzhorn y Harald Szeeman la teletrasportarán hasta la vida y obras de Henry Darger, Carlo Zinelli, Madge Gill, Wölfli, Jean Pedrizet y Mar T. Smith.

Dubuffet acuñó el término “art brut” para referirse al arte “precioso”, no influenciado por los cánones de la cultura dominante, destacando la pureza del impulso creativo frente a los estereotipos o prejuicios derivados de la formación. Desde su creación el concepto sufrió modificaciones, ya que la principio incluía los dibujos creados por niños, que al crecer reproducen los modelos estéticos del entorno. Por tanto, quedó limitado al arte creado por personas ajenas al mercado, al generado en instituciones psiquiátricas y al arte de los médiums. Su traducción en el mundo anglosajón es el “arte outsider”, y llegó a influenciar a artistas contemporáneos como Basquiat, David Bowie o Robbie Williams.

A lo largo de la obra vemos representado el tiempo presente en color azul, las vidas pasadas de los artistas en tinta negra y una explosión de color en el despliegue de ilustraciones que reproducen y recrean las obras de los artistas. Es una maravilla la combinación de técnicas que incluye la historia con el fin de adaptarse al trabajo de cada artista; así, hay dibujos en acuarela, lápices de colores y óleo. En el relato de cada una de las vidas de los artistas mencionados, se da cuenta de los complejos contextos sociales y personales que vivieron. No se mencionan de forma concreta los diagnósticos psiquiátricos de cada uno (probablemente en relación con el conocimiento médico de la época), pero sí se da cuenta de diversos síntomas como delirios, “esquizofrenia paranoide inducida por la guerra” (posible estrés postraumático), pensamientos depresivos, agresividad, manía…y de las terapias experimentales abusivas a las que muchos fueron sometidos (electroshock, insulinoterapia). El dibujo, la pintura, la invención de objetos imposibles… fueron vía de desahogo y medio para materializar su sufrimiento psíquico, reconociendo experimentar alivio tras la creación, en ocasiones desenfrenada hasta límites compulsivos. Al final del relato se incluye una selección de Christian Brest de obras de Art Brut.