Tema
En “Sueño ligero”, Natalia Resnik, en sus propias palabras, “transmuta emociones de vivencias extrañas del año en que el mundo se ralentizó”. Sin duda, esa frase resume de un modo preciso el contenido del libro. El año en que el mundo se ralentizó es, obviamente, el año 2020, año de publicación de esta obra, en que la irrupción de la pandemia de Covid-19 nos obligó a la mayoría a disminuir el ritmo o incluso a poner en pausa nuestros trabajos, nuestras actividades de ocio, nuestras aficiones, nuestras relaciones más allá de la familia nuclear. Es el año del confinamiento, de las restricciones en las interacciones sociales. El año en que nuestra forma de vida se vio transformada de la noche a la mañana, y tuvimos que encerrarnos en nuestros domicilios, y aprender a conocernos bajo circunstancias extrañas: convivir de verdad, toda la duración del día y de la noche, con nuestros convivientes, desarrollar y/o mantener un vínculo virtual con el resto del mundo, y acostumbrarnos a manejar la incertidumbre que nos generaba interpretar como amenazas potenciales las situaciones cotidianas más anodinas. Esas son las vivencias extrañas a las que la autora se refiere, y en las páginas de este libro ella transmuta en imágenes los sentimientos y emociones que, en ese escenario impuesto, todos experimentamos.
Puntos fuertes
La obra está llena de alegorías: desde su portada, en la que se presenta una chica con piernas de enredadera jugando con un par de pájaros que vuelan; una chica que se muestra serena, relajada, con sus ojos cerrados en una renuncia voluntaria a todo lo que no sea ella misma y los pájaros que persigue y cuyos pies, embutidos en bailarinas, se disponen de forma que la mitad inferior de su cuerpo compone un ángulo recto que nos permite entender que está ejecutando un baile sosegado.
“Sueño ligero” no es un cómic, ni tampoco un relato ilustrado: se trata de un cuaderno de dibujos. Presentados a página completa en las páginas impares, cada dibujo propone una idea diferente que se ve reforzada o matizada por una frase breve en la página par que lo precede. No hay una secuencia narrativa, no hay un orden lógico: se trata de una sucesión de ideas dibujadas que no guardan entre sí más coherencia argumental que la de ser la plasmación gráfica de los sentimientos experimentados por la autora (que, en aquel contexto de uniformidad, no eran muy diferentes de los del resto de nosotros) durante el periodo extraño del confinamiento.
Los dibujos son de trazo ágil, de figuras esquemáticas, sin sombras ni colores (el único trazo de color está en la portada, limitado a las letras del título). Los personajes aparecen con frecuencia reflexivos, inmersos en situaciones oníricas. A veces, la simplificación de los rasgos les confiere una expresión neutra; a veces, sonríen. Nunca expresan una emoción negativa; y los niños (tal vez sea casualidad) sonríen siempre.
La autoría completa es de Natalia Resnik: los dibujos y las frases que los acompañan, enfatizando la emoción que producen.
El libro no tiene ISBN, lo cual, a pesar de que no sea obligatorio, resulta inusual fuera del ámbito de la autoedición.
Por qué es medicina gráfica
En la primavera de 2020, todos tuvimos que permanecer en casa durante semanas para evitar los contagios de Covid-19, con una relación muy limitada de supuestos que podrían servirnos como pretexto para salir transitoriamente a la calle. Fue una etapa de vivencias extrañas, triste, y cargada de incertidumbre. En esta obra, Natalia Resnik nos presenta, de forma sosegada, esas vivencias del confinamiento, transformadas en una especie de sueño amable.
Recordando nuestro propio encierro, no resulta difícil identificarse con esa chica de la portada que, anclada al suelo por circunstancias que no ha elegido, busca (y parece encontrar) solaz en un reducto de libertad que acaso sea incluso soñado.
Hay una serie de ideas recurrentes que nos enfrentan con nuestro recuerdo de aquellos días; la autora juega con las asociaciones y vincula imágenes con palabras para despertar la memoria de lo que todos vivimos durante aquel encierro colectivo:
El papel higiénico (que se acaparó más allá de lo razonable) como símbolo de lo doméstico, sobre lo que de repente toda nuestra vida giraba: un rollo de papel higiénico puede contener un Universo; dos rollos, convenientemente colocados ante la cara, se convierten en los anteojos desde los cuales otear el mundo.
La ventana como vínculo con el exterior, como un marco que permitía vislumbrar la luna, que permitía la entrada de la luz y las estrellas.
Las nubes, sabiéndose contempladas desde abajo, entendiendo que su mera presencia en un cielo por otra parte anodino podía ser valorada como símbolo de esperanza.
Las bicicletas, incluso estáticas, que permitían una ilusión de libertad, de recorrer trayectos abiertos.
“El mundo cambia”, nos dice la autora, y un sentimiento omnipresente es la extrañeza de los personajes, que se desenvuelven en un escenario que les resulta desconcertante sin serles hostil: el refugio se ha convertido en prisión, pero al mismo tiempo sigue siendo refugio. Cada uno de nosotros estábamos encerrados en nuestra propia atalaya.
La soledad se impone como una losa: “Los metros son galaxias entre personas”, y exactamente así nos lo dibuja.
En ese contexto, el ser humano se adapta, articula sus recursos para no enloquecer: los personajes que Natalia Resnik dibuja son resilientes. No hay miedo, no hay angustia. La autora apuesta por la imaginación como recurso: el más valioso recurso del que se vale el ser humano cuando la realidad le aplasta o le constriñe más allá de su ámbito de influencia.
No resulta fácil presentar una imagen hermosa de aquellas semanas, encontrar belleza en aquellas circunstancias, transformar la angustia en calma. Natalia Resnik se lo propone, y lo consigue.
Premios y enlaces de interés
Natalia Resnik (Copenhague, 1969) es diseñadora gráfica e ilustradora; licenciada en Geografía e Historia por la Universidad de Málaga.
La editorial que publica es Frato Editorial, editorial fundada en 2019 en Málaga. No nos consta que tenga página web propia, pero está presente en redes sociales:
La editorial tiene cuenta en Facebook:
https://es-la.facebook.com/fratoeditorial/
Y tiene cuenta en Instagram:
https://www.instagram.com/fratoeditorial/?hl=en
Se puede contactar con ellos directamente a través del correo electrónico, y proponen este medio para conseguir sus obras que no puedan localizarse en librerías: