Queridos difuntos

Queridos difuntos

Autores/as
Lorenzo Montatore
Lengua
Castellano
Número de páginas
123
Fecha de publicación
Marzo de 2020
Editorial
Sapristi comics (Roca Libros)
ISBN
9788494980879

Tema

La muerte, acompañada de un demonio aficionado al anís, decide hacerse humana y visitar un pequeño pueblo con el objeto de  experimentar cómo es esa vida que ella misma se dedica a quitar.

Puntos fuertes

La originalidad de este comic es enorme. Empezando por su título y su portada de un amarillo intenso, todo en él es diferente. Los personajes que aparecen tienen lo mínimo imprescindible para ser reconocidos como figuras humanas, la simplicidad le aporta una enorme riqueza. Los dibujos son planos y los colores básicos y sin sombras. Los escenarios de la acción recuerdan a video juegos de Mario Bross donde avanzan en una misma dirección y a veces suben o bajan de nivel.

El lector tiene una intensa sensación de movimiento pero cuando te paras a analizarlo te das cuenta la maestría con la que lo consigue. Entre estar parados o que te parezca que corren hay una ligerísima inclinación de los personajes, y poco más. Es un cómic que juega muy bien con lo que uno lee y con lo que realmente no está en las páginas pero el autor asume que está en la mente del lector.

El libro está dividido en capítulos y el final de cada uno representa un pequeño coro de iglesia que canta sobre la muerte y empieza siempre con «la muerte viene cantando, la muerte viene cantando….». resulta muy peculiar. Hay algo curioso en esto, al ser tan repetitivo, el lector casi tiende a ponerle una música mental y retro de la misma forma que durante el resto de las viñetas pareciera que suena el tonito de un video juego de fondo. Montatore  es un mago de lo invisible. Un comic con banda sonora mental.

Una mayoría de páginas se divide en ocho viñetas. El fondo de las mismas, siempre de colores planos. El acabado de los dibujos es imperfecto, junto con la tipografía dibujada le dan un interesante carácter, como si fuera solo para ti y no un cómic comercial.

Respecto al contenido de la historia, resulta también tremendamente original. La muerte está cansada de ir quitando vidas sin entender lo que esa vida significa así que convence a su «compañero de trabajo», el diablo utilizando la excusa de que en un pueblito seguro que hay anís, para hacerse humanos durante un día. A partir de ese momento la muerte se va encontrando con los lugareños y experimenta emociones y sensaciones humanas: el dolor físico y el emocional, las lágrimas, la risa, el humor, una borrachera, el placer por la música…lo bueno y lo malo de estar vivo. Los personajes que aparecen son, una vez más, tremendamente originales pero a la vez podrían ser cualquiera de nosotros.

Conoce a viudas y huérfanos y el dolor de su pérdida, entiende cómo algunas muertes marcan a poblaciones enteras décadas después de ocurrir, cómo el «tiempo parece simultaneo». Es testigo de cómo la muerte es algo que está siempre en el aire, la preocupación de cómo es «el después», si hay otra vida y si hay re-encuentro con tus seres queridos, o la magnífica pregunta de cómo será estar muerto: «Imagino un universo blanco y solitario, un silencio habitable». Esta observación planteadas por un «cerdo existencialista» que vive escondido y extremadamente delgado para que no le hagan jamones te hacen reir y a la vez te deja pensando

Frente al dolor de un suicida por la muerte de toda su familia, la muerte se apiada  borrando sus recuerdos como única solución. La felicidad como combinación última de buena salud y mala memoria llevada al extremo.

Queridos difuntos requiere dos lecturas. Es una obra tan intensamente original, con tantos guiños al lector que en una primera lectura es fácil quedarse absorto solo en lo estético, en su sorprendente arte, en ese «expresionismo pop».  El prólogo de Gerardo Vilches es de imprescindible lectura pues te coloca en disposición de apreciar cosas que de otra manera te podrían pasar desapercibidas.

Por qué es medicina gráfica

Muy corto y muy simple: porque necesitamos parar con más frecuencia y reflexionar sobre la muerte. Queridos difuntos, de una manera surrealista y algo esperpéntica, es una herramienta para favorecerlo. Ya sea a nivel personal o como medio para charlar sobre el inevitable  final. Es una manera de abrir la imaginación a reflexiones y conversaciones sobre el final de la vida, el duelo, y el miedo a la muerte.

En una sociedad que vive de espaldas a la ineludible muerte, es imprescindible el recordatorio. Como dice uno de los personajes: «hace ya mucho que me di por muerto, tan pronto como pensé la vida por primera vez». Hablar de la muerte es hablar de la vida.

 

Premios y enlaces de interés

Web de Lorenzo Montatore

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