Tema
Roland sufre un cáncer de páncreas intratable y se enfrenta al último tramo de su vida. Está casado con Lisette y tienen tres hijas y cinco nietos. El narrador de la historia es Paul, su yerno.
Paul, su mujer Lucie y su hijita Rose viven, con el resto de la familia, el deterioro y finalmente la muerte de Roland en un centro de cuidados paliativos en Quebec.
Puntos fuertes
Paul en Quebec es parte de una serie de libros independientes semi-autobiográficos. El autor cuenta esta historia sobre la muerte y el duelo, desde su experiencia.
La lectura es fácil, ágil y mezcla escenas totalmente intrascendentes de absoluta cotidianidad con otras dramáticas que tratan la enfermedad, las relaciones familiares, el miedo, la tristeza o la muerte. De hecho tienen que pasar muchas páginas de esta novela gráfica para empezar a vislumbrar una historia de cáncer y muerte. El autor sabe jugar con los tiempos y la imaginación del lector y alarga con pasmosa lentitud algunas escenas cotidianas en las cuales se reconoce cualquier lector. Interacciones familiares, la búsqueda de nueva vivienda, problemas de pareja, un traslado de casa, fiestas, problemas tecnológicos con el ordenador…pequeñas cosas con las que uno sin querer se va metiendo en la historia, sin sobresaltos, sintiéndose identificado.
La estética de este cómic en tonos grises, es clásica; cada viñeta va encuadrada y se utiliza caja para narración y bocadillos para conversación. El dibujo es de trazo bien marcado y aunque los rostros de los protagonistas son muy sencillos, los escenarios están llenos de detalle que se disfruta con lentitud en su lectura.
Los capítulos están divididos en periodos de tiempo muy acordes con el proceso de la enfermedad. Al comienzo deja pasar un año, después tres capítulos que representan tres meses y finalmente capítulos por días, en la etapa final.
La historia engancha fácilmente, resulta atractiva en su presentación, fresca y realista en su desarrollo y los personajes son personas «normales», con historias creíbles. No es de extrañar que se haya creado después una película de cine (no de dibujos animados) y que haya ganado varios premios.
Por qué es medicina gráfica
Paul en Quebec es una muestra excepcional de Medicina Gráfica por la manera en que refleja las emociones de un enfermo en fase terminal y por la demostración de los excelentes Cuidados Paliativos que recibe. La historia se desarrolla en Canadá donde existe ya una fuerte tradición de los «hospice», hospitales dedicados exclusivamente al cuidado de personas en su tramo final. Como bien se definen en esta novela gráfica, poco tienen que ver con los hospitales al uso. Aquí se da preferencia al bienestar, a la parte humana y se cuida al paciente y a los familiares en un paraje geográfico precioso. Es curioso como ante una actitud muy negativa de Roland en los primer día en el hospice su mujer le amenaza con llevarle a un hospital donde «no te tratarán con guante de seda como aquí».
Es llamativo ver cómo evoluciona el estado de ánimo del protagonista de esta historia. Roland, un hombre muy familiar, volcado en el bienestar de los suyos que inicialmente decide no contar a sus hijas su enfermedad. Su patología progresa rápidamente pues lo que inicialmente era un cáncer de próstata debuta como un cáncer de páncreas con una obstrucción intestinal. A partir de ahí el pronóstico es infame y su médico le predice tres meses de vida.
De ser un hombre afable y encantador, entra en una fase en la que se convierte en una persona de mal carácter, enfadado con el mundo. La debilidad física pronto se convierte en fragilidad y Ronald ingresa en un hospice. Al principio continua su actitud agresiva y desafiante pero poco a poco va aceptando su realidad y disfruta de una rutina que involucra de cerca a su familia y que incluye pequeños placeres como el tabaco y el juego de scrable.
Es interesante ver cómo una enfermedad terminal afecta a toda la familia, sus sentimientos y sus dinámicas cotidianas. Hay una escena en la que Rose, una de las nietas, le pregunta a su padre si el abuelo se va a morir. El intercambio no es solo enternecedor sino que refleja muy bien el pragmatismo con el que los niños parecen aceptar la cercanía de la muerte.
Roland no quería ser consciente de que se moría y así se lo había dejado muy claro al equipo de paliativos antes del deterioro final. Cuando pide que le duerman porque «no quiere ver llegar a la parca», se le administra sedación paliativa tras comentarlo con la familia. Roland pasa a un estado de semiinconsciencia plácida pero sorprende a todos llevando el ritmo con la mano de su música favorita. A su muerte encuentran que también ha dejado dispuesto hasta el último detalle la organización de su propio funeral. Las últimas voluntades proveen a este hombre de un dulce y tranquilo final.
Es un libro que demuestra de manera ejemplar lo que puede ser una buena muerte, sin dolor, sin angustia y con la familia cenando a su lado a la luz de las velas y con la música preferida del paciente. Este libro, a diferencia de otros en los que los profesionales sanitarios podemos aprender cómo no hacer las cosas, es un bello ejemplo positivo de buen hacer médico reflejado de manera exquisita.
Una lectura imprescindible para esos profesionales que tratan en su día a día con pacientes que están llegando a su final, con el duelo y los cuidados paliativos.