Tema
No eres quien yo esperaba cuenta la experiencia autobiográfica de un padre al que su mundo se cae en pedazos cuando se entera de que su segunda hija tiene síndrome de Down. Cuenta sus miedos desde antes del nacimiento y la fobia que tenía a esa enfermedad concreta, cómo hace frente al crecimiento de su hija y aprende sobre la enfermedad y sus limitaciones. La obra se centra en la trisomía del cromosoma 21… pero sobre todo desde el punto de vista del cuidador: sus miedos, la depresión tras la noticia, o la impotencia de no saber si va a poder estar a la altura de los cuidados necesarios.
Puntos fuertes
El punto más fuerte de la obra es, sin duda, el valor de su autor en mostrarse como una persona con la que resulta muy difícil empatizar. No suaviza ni el miedo que tenía a que su hija pudiese tener una enfermedad, ni su rechazo previo a la enfermedad, que le llevaba incluso a pensar que se debería abortar para evitar traer al mundo a alguien con esa enfermedad. Lo hace de una manera directa y se desnuda ante el lector que, difícilmente va a poder empatizar con él. A través de esos miedos, la novela gráfica aporta mucha información durante el proceso de documentación del protagonista y que, como además tiene una profesión en la que continuamente cambia de país en el que vive, consultan a profesionales diferentes que van dándole la información tanto a los padres, como al lector. Resulta curioso ver las diferentes maneras de abordar la enfermedad según el país donde se realice el seguimiento.
El hecho de presentarse como un personaje poco amable no forma parte de ningún arco evolutivo hiperbólico. Evidentemente, sí, hay un arco de evolución del personaje, pero no es ni mucho menos explosivo y lo que acaba es adaptando su manera de pensar, no es ningún cuento de hadas. El mayor avance se resume en una línea de diálogo que sirve para dar título a la obra: «No eres quien yo esperaba… pero me alegro que hayas venido». Precisamente, ese cambio sutil le dota de más intensidad emocional a la historia y muestra una realidad nada endulzada, ni cercana a otro tipo de obras que muestran una visión más limitada de la enfermedad, dejando fuera la parte más negativa.
Por otro lado, el hecho de evidenciar esos miedos que, por irracionales no son menos reales, muestran una faceta poco habitual en la Medicina Gráfica narrativa. Fabien sabe que la enfermedad conlleva intervenciones, visitas a especialistas, revisiones… y está mal visto que se venga abajo por tener miedo o incluso llegar a preferir que no salga adelante, y son reacciones naturales, por mucho que no estemos de acuerdo con ellas.
La obra tiene un dibujo sencillo, de trazo limpio y usa el bitono como técnica de color, aplicando un tono diferente para cada capítulo, lo cual le permite añadir una gama diferente en alguna escena concreto para remarcar el cambio de línea temporal.
Por qué es medicina gráfica
Se trata de una visión imprescindible de la enfermedad desde el punto de vista del cuidador y centrado en sus miedos y su rechazo a la enfermedad, lo cual no impide que se trate el tema del síndrome de Down como patología predominante, pero sin que el centro de atención sea el paciente. Como tal, puede ser una obra muy útil para aquellos cuidadores al borde de la claudicación o simplemente para padres de un niño con una enfermedad limitante o grave. Aporta la esperanza de mostrar la adaptación, sin edulcorantes y como mecanismo de propia supervivencia, por duro que pueda resultar y por mucho que cambie la realidad de esas personas.
Por otro lado, sigue siendo un recurso interesante sobre el síndrome de Down, puesto que muestra cómo son los primeros años de estos niños, los problemas secundarios de salud que conlleva y cómo es la adaptación tanto escolar como en el propio día a día. La sinceridad y falta de autoindulgencia por parte de su autor dota a la obra de una veracidad y credibilidad llamativas.