Tema
La Máquina de Efrén es la continuación de “Una posibilidad entre mil”, ya reseñada. En esta segunda parte vemos a los protagonistas, Cristina y Miguel Ángel (Cris y Migue) que continúan sus vidas junto a su pequeña hija Laia, siguiendo su educación y crecimiento, y somos testigos de su intención de adoptar un niño de un país africano y todos los desafíos que ello supone.
Puntos fuertes
Esta obra mantiene los puntos fuertes que hacen de la primera parte una pequeña joya, como la caracterización de los personajes, ayudado sin duda por el hecho de conocer de antemano a Cris o a Migue, y poder ponernos en sus zapatos desde la primera página, como amigos cuyo proceso vital ya conocemos, o lo realista del guión, que no intenta edulcorar de ninguna manera el arduo y a veces frustrante proceso de la adopción de un niño.
Sin embargo, dicho proceso no se vuelve tedioso sino dinámico y avanzamos a través de las páginas sin parar, mientras seguimos con un ojo el proceso de crecimiento y desarrollo de la pequeña Laia y con el otro seguimos a Cris y Migue en todo su proceso de adopción, sus vivencias, todo el trámite burocrático, la respuesta que reciben de su familia, de otras parejas que quieren adoptar… es, en suma, una mirada muy profunda, y veraz a lo que supone un proceso que genera tanta incertidumbre y tensión como es el de una adopción. De hecho, queda muy bien reflejado toda esta tensión en la viñeta en que ellos están en una barca que a pesar de las ganas y de lo que puedan ellos remar para salir, está amarrada al muelle y no les deja avanzar.
Otra fortaleza es que a pesar de que el proceso de adopción es la parte principal de esta novela gráfica, no dejamos de ser testigos de su resiliencia y fortaleza para conjugar todo lo anterior con cuidar y apoyar a su pequeña hija, con una discapacidad que aún es notoria y que genera incomprensión en algunos de los que les rodean, un ejemplo de lo cual queda de manifiesto con los niños pequeños que se encuentran en el parque con Migue y Laia, y que inicialmente no saben cómo jugar con ella.
Por qué es medicina gráfica
Esta obra es medicina gráfica por dos razones, igualmente válidas pero no igualmente representadas.
En primer lugar, por el proceso de crecimiento de Laia. Para aquel que no está tan familiarizado con la primera parte de la obra, el conocer de primera mano las dificultades que entraña su crecimiento, la pléyade de especialistas que están a cargo de su cuidado, hace muy patente un tema como es el de la discapacidad en un niño desde su nacimiento, y lo que supone en su familia y redes (especialmente potente es la relación de Cristina con su padre, representado por un gran árbol, no diré más para evitar spoilers).
Por otra parte, el tema de la adopción. Si bien esta novela gráfica no habla de la adopción en el caso de una pareja que sufre de infertilidad, por ejemplo, en el contexto de una enfermedad o condición, creo que la adopción como búsqueda de una mejor salud tanto para los padres (en un concepto amplio de salud) como para la persona adoptada (probablemente mejores condiciones de salud en todo sentido) puede ser englobada como medicina gráfica, en el sentido de reflejar una intervención (más socio-sanitaria que puramente sanitaria) que mejora la salud de todos los protagonistas.
El hecho de que sea una adopción internacional le pone además otra capa de complejidad puesto que tiene aparejada una burocracia que desde fuera y sin conocerlo, parece que saca de sus casillas al más paciente (las representaciones de la burocracia en forma de laberintos y montañas es una muy buena muestra de ello).
En suma, una obra distinta que continua por un lado con la parte más “médica” del primer libro, pero que añade un tema del que se habla menos pero que para muchas familias, independiente de su motivación, supone una tensión y una incertidumbre importantes, que creo que esta obra apacigua de alguna manera.
Premios y enlaces de interés
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