Tema
“…Con locura. Amor y malos tratos” es una novela gráfica que aborda con crudeza la realidad de la violencia de género. Los personajes protagonistas son los miembros de una pareja heterosexual que se enamoran y contraen matrimonio. A partir de esa premisa absolutamente normal, el lector irá viendo cómo en la pareja se instaura una escalada de violencia que se acrecienta día a día hasta convertirse en un elemento más de la convivencia, asumido con resignación por ella y justificado por él con base en su insatisfacción dentro y fuera de la relación.
Puntos fuertes
La obra utiliza el recurso de presentar a los protagonistas como animales antropomórficos, para abordar con ellos temas de una crudeza extrema como la violencia de género y la violencia sexual. Tratar temas adultos mediante animales antropomórficos es un recurso con una larga tradición en el cómic, en la que destacan ejemplos tan paradigmáticos como El Gato Fritz (de Robert Crumb), El Café de la Playa (de Régis Franc), Omaha la Gata Bailarina (de Kate Worley y Reed Waller) o Blacksad (de Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido). En principio, que sean animales y no seres humanos quienes infligen o sufren violencia, tienen relaciones sexuales explícitas o comportamientos auto o heterolesivos podría permitir un cierto distanciamiento emocional del lector, pero en esta ocasión la dureza con que se plasma la situación es tal que el distanciamiento emocional no resulta posible.
El varón tiene aspecto de cánido: un perro grande o un lobo, con orejas enhiestas y puntiagudas. Ella, por su parte, tiene una cara alargada, con un hocico pequeño en el extremo, y dos orejas pequeñas, de borde romo, situadas ambas en la zona superior del cráneo: podría ser una cabra (sin cuernos, en cualquier caso), aunque no resulta fácil identificar de qué animal se trata. No obstante, es irrelevante: la idea que transmiten sus fisionomías es que él es fuerte, poderoso y agresivo, mientras que ella no lo es; dócil y sumisa son adjetivos que encajan mejor con el tipo de animal que evoca, como confirmará su comportamiento a lo largo del relato.
En ningún momento en el transcurso de la historia conoceremos el nombre de él ni el de ella. Probablemente, no es casual: con ello, los autores consiguen transmitir al lector la idea de que no se trata de personajes singulares, individualizados, sino que más bien son estereotipos, con patrones de conducta que se repiten, lamentablemente, en múltiples y diferentes parejas.
Otro recurso recurrente es presentar a los protagonistas sentados en ambos extremos de un sofá, y hablando por turnos al lector: como si estuvieran siendo entrevistados y hablaran mirando a la cámara. De este modo, conoceremos sus reflexiones sobre la situación que están experimentando, cómo la viven uno y otro, a qué atribuyen y cómo les afectan las reacciones de su pareja. En otras escenas, esas reflexiones se presentan en forma de los pensamientos de uno u otro miembro de la pareja. El uso de la misma fuente en la rotulación (el mismo tipo de letra) no permite al lector distinguir en un primer vistazo a quién pertenecen los pensamientos que está leyendo, debiendo para deducirlo basarse en el contexto y en los dibujos de la viñeta: en todos los casos, con esta información resulta suficiente para terminar concluyéndolo, aunque en alguna ocasión esa conclusión no es del todo inmediata.
Narrado completamente en blanco y negro y distintos tonos de ocre, el dibujo resulta muy adecuado al dramatismo del relato. Hay abundancia de planos medios y primeros planos, en los que el dibujante, utilizando escasísimos recursos, consigue dotar a los rostros de sus personajes de gran expresividad. La representación gráfica de la violencia está presente, pero no abunda: es, por supuesto, el tema sobre el que gira toda la trama, pero, con algunas excepciones, su omnipresencia gravita más sobre las palabras (los diálogos, los pensamientos) que sobre las imágenes.
El guión es de Sylvain Ricard. Los dibujos corren a cargo de James. La traducción es de Olga Marín, y la rotulación se atribuye a Gasp!.
Por qué es medicina gráfica
Como el propio título de la obra deja claro, la trama se centra en un caso de malos tratos en la pareja, concretamente un caso de violencia de género: la violencia ejercida por el varón sobre la mujer con la que está unido por una relación conyugal.
En ese contexto, la obra aborda lo que podemos considerar lugares comunes o patrones de conducta habituales en casos similares.
Desde el principio, veremos que la relación de pareja se afianza sobre una situación de absoluto desequilibrio: el varón “puede cubrir las necesidades de ambos sin problema”, y decide (de forma unilateral, aunque ella lo asume sin ninguna resistencia) que su mujer no trabajaría: “Sucede a menudo cuando el marido está bien situado”, explica él al lector, como destacando una obviedad: “la mujer se queda en casa”. De este modo, él se garantiza la dependencia (económica) de ella, y, a partir de ahí, se va situando en una posición de poder que ella acepta sin cuestionar.
La violencia física irrumpe en ese escenario de un modo tan repentino e inesperado para la víctima que ella sólo puede entenderla como un episodio aislado, fruto de un ataque de ira incontenido, que no se repetirá: “Pero bueno, ya está arreglado. Se disculpó”, explica a su amiga: “Me juró que no volvería a hacerlo”. Sin embargo, desde esa primera ocasión, ella manifiesta su absoluta perplejidad: “Era una mañana como cualquier otra…” Y es que, aunque la violencia pronto se convierte en habitual, ella es perfectamente consciente (tal como los autores consiguen también transmitir a los lectores) de que las reacciones de su marido no guardan relación con nada que ella conozca, provoque o pueda controlar: quedan completamente fuera de su área de influencia. Por ello, en su esfuerzo por encontrar alguna justificación, la busca fuera: el estrés del trabajo, el cansancio acumulado, circunstancias que también resultan satisfactorias al agresor para explicar su propio comportamiento.
A partir de ahí, seremos testigos de la ocultación por parte de la víctima (gafas de sol para esconder las señales de los golpes, omisión del tema en las conversaciones); de la vergüenza; de las violaciones; de la insistencia de la mejor amiga de ella para que denuncie y busque ayuda; de la presión social encarnada en la madre, que le recuerda su promesa (“Te casaste con él para lo bueno y para lo malo”), que se enoja ante la mera perspectiva del divorcio, que le trae a colación múltiples argumentos con los que la invita a seguir soportando la situación que está viviendo, que ella entiende como justificable y asumible.
Llama la atención la actitud del médico de urgencias, que entra en escena cuando ella decide, finalmente, denunciar: llama la atención porque se comporta de un modo completamente reactivo, respondiendo estrictamente a las demandas de su paciente; llama la atención porque, en la práctica, al menos en nuestro país, los profesionales sanitarios asistenciales, y muy especialmente quienes trabajan en los servicios de urgencias, están formados y sensibilizados frente a situaciones como la que se presenta, para detectar y ofrecer ayuda y recursos de apoyo a las víctimas de violencia de género. En la misma línea, la actitud de la policía que recibe a la denunciante, y del juez encargado de resolver el caso, dejan claro que el camino que debe emprender la mujer que decide denunciar nunca es un camino fácil. Y resulta evidente que este mosaico de personajes y actitudes contribuyen a potenciar y perpetuar la situación de los propios protagonistas: su tolerancia frente a los hechos que viven, la satisfacción de él (evidente sobre todo al final del relato) y la resignación de ella.
Premios y enlaces de interés
Sylvain Ricard y James, ambos franceses, son los autores: ninguno de los dos es muy conocido en España, aunque tienen otras obras publicadas.
Sylvain Ricard (1969) trabaja como genetista, por lo que su actividad como guionista de cómics no es su profesión principal. Tiene una ficha en el portal Tebeosfera (https://www.tebeosfera.com/autores/ricard_sylvain.html), y puede encontrarse más información (en francés) en la ficha que le dedica el portal Bedetheque:
https://www.bedetheque.com/auteur-5524-BD-Ricard-Sylvain.html
Por su parte, Laurent Percelay (1968), que firma con el seudónimo James, tiene, también, una ficha en Tebeosfera (https://www.tebeosfera.com/firmas/james.html), pero su obra publicada en España es tan escasa que merece la pena buscar información directamente en la ficha que le dedica Bedetheque (en francés):
https://www.bedetheque.com/auteur-12712-BD-James.html
La editorial original (francesa) es Futuropolis: