Tema
Adicción es una obra coral en la que los protagonistas padecen alguna adicción de las llamadas «sin sustancia”, o tienen otros trastornos del control de impulsos. El lector será testigo de diversas historias en las que la circunstancia referida irá condicionando la vida de los personajes, en ocasiones de un modo dramático.
Puntos fuertes
La rápida sucesión de historias cuyos protagonistas interactúan brevemente o coinciden de forma casual en una especie de cadena de relatos interconectados (si bien de forma anecdótica), confiere al inicio de esta obra un ritmo muy ágil en lo narrativo. El propio guionista, Josep Busquet, refiere que la intención inicial de los autores era plantear la totalidad del relato encadenando, a modo de diversión, todas las escenas, cambiando de escenario o personaje cada dos páginas, pero enlazando cada nueva secuencia con las últimas viñetas de la anterior. Sin embargo, contar toda la obra mediante esa estrategia podría haber supuesto una extensión desmesurada, por lo que decidieron acortar la escena presentada con ese planteamiento, que queda limitada, entonces, a las páginas iniciales. Pese a ello, durante el resto de la narración se suceden episodios intercalados que van conformando, sin solución de continuidad (no hay división formal en capítulos), un mosaico de múltiples personajes, manteniéndose, de ese modo, la agilidad referida. Se da la circunstancia, no obstante, de que la presentación de los avatares de tantos personajes en menos de un centenar de páginas no permite profundizar en su caracterización más allá de sus adicciones, por lo que cada uno de ellos se presenta definido exclusivamente por su adicción. Bien es cierto que eso no es casual, pues resulta obvio, desde el mismo título, que la intención de los autores es centrar la obra en las adicciones: todo en ella gira en torno a estas, incluso el perfume que fabrica uno de los personajes protagonistas (“Addiction, Le Parfum”) o la novela por la que pregunta una clienta en la librería donde trabaja otro de ellos (“Adicto a ti”), elementos de puro atrezo que se utilizan también, aunque sea únicamente de un modo referencial, para insistir en la omnipresencia de las adicciones en nuestra sociedad.
Uno de los aspectos destacables desde el punto de vista gráfico es el empleo del color. La colorista, Aintzane Landa, jugando con los fondos y la iluminación, consigue que en cada página predomine un color concreto, lo cual contribuye a marcar la separación de las escenas protagonizadas por los distintos personajes, y a veces acentúa el dramatismo de determinadas secuencias. También llama la atención la expresividad que el dibujante, Pedro J. Colombo, consigue en los rostros de los personajes, muy especialmente en los numerosos primeros planos que jalonan las viñetas, en los que a veces el lector es testigo de la lucha inequívoca que el personaje mantiene con sus propios impulsos.
La obra culmina con una especie de epílogo, de 6 páginas de duración, claramente individualizado mediante su separación del resto del relato por dos páginas en blanco, en el que se matizan, ya con un ritmo más pausado y a modo de colofón, los destinos de algunos de los personajes, y cuya elaboración los autores atribuyen a una petición expresa de su editor.
Al final del libro se reproducen diversos bocetos de portadas de los muchos que se hicieron hasta encontrar la definitiva: el resultado final, una figura femenina con aspecto desvalido, yaciendo inerme en el centro de un laberinto ominoso, es sin duda una magnífica metáfora de la persona atrapada en su propia adicción.
Por qué es medicina gráfica
La obra se centra en diversas adicciones de las llamadas “adicciones sin sustancia” o “trastornos adictivos no relacionados con sustancias”, en las que el elemento sobre el que gira la obsesión de los personajes no es un elemento químico: se presentan, por el contrario, casos de adicción al juego, adicción al trabajo, adicción al sexo, a Internet, … Son situaciones en las que el individuo consigue una gratificación recurrente por la interacción con estímulos no químicos o por la reiteración de determinadas conductas. Puesto que sus consecuencias inmediatas (provocan una recompensa identificable en los circuitos cerebrales de gratificación y de estrés) y a largo plazo (pueden llegar a imponerse sobre el funcionamiento normal de la persona, dando lugar a conductas desadaptativas que se perpetúan en el tiempo) son equiparables a las de una dependencia de drogas, se consideran en la actualidad como verdaderas adicciones, siendo calificadas como adicciones comportamentales.
“Adicción” se centra en este tipo de adicciones de comportamiento, y muy específicamente en la forma en que las mismas van condicionando el comportamiento de quienes las padecen, y van produciendo consecuencias negativas en los diversos ámbitos de su vida relacional y social: veremos rupturas de pareja y del núcleo familiar, pérdidas de trabajo, ruinas económicas… los personajes van creando en torno a sí mismos y a sus personas cercanas situaciones absolutamente indeseables con consecuencias, en la mayoría de los casos presentados, dramáticas; incluso catastróficas, a veces, porque se ha elegido ofrecer situaciones absolutamente extremas que plasmen de un modo evidente la espiral de autodestrucción en la que los protagonistas se han situado.
Es intención explícita de los autores (y así se destaca en la solapa de la contraportada) invitar a reflexionar sobre cómo nuestro apego a objetos cotidianos que nos proporcionan placer nos puede llevar a desarrollar conductas adictivas; que todos podemos ser, en mayor o menor medida, adictos a algo: “Quizás seamos fuertes a la hora de evitar grandes vicios, pero es muy difícil prescindir de pequeños placeres. El problema es cuando estos cambian y se convierten en una necesidad, creciendo sin control, controlando tu vida. Si este cómic te ha servido para hacerte reflexionar sobre una realidad que parece lejana, pero es muy común… entonces ADICCIÓN ha hecho su trabajo.”
En este sentido, “Adicción”, sin duda, resulta eficaz, pero debemos decir también que resulta excesivamente pesimista, ya que, por su intención ejemplarizante, no hace concesiones. Seremos testigos de las contradicciones de los personajes (con la negación del problema a pesar de su evidencia), de su sufrimiento, de su lucha infructuosa por controlar sus impulsos, de su propia sobrevaloración de su capacidad de resistencia, de su pérdida de autoestima, … de su destrucción, en definitiva. Pero, en ese contexto, apenas llegaremos a vislumbrar un atisbo de esperanza. Raramente los protagonistas buscan o aceptan ayuda de su círculo de apoyo o asistencia profesional: algo que, probablemente tampoco es casual, pues la obra se abre, precisamente, con la renuncia de uno de los personajes a continuar vinculado a un grupo de autoayuda, al cual se refiere con absoluto desdén.
Los tratamientos, entonces, que existen, y consiguen resultados favorables, no se muestran. Tan solo el mencionado epílogo, concebido y elaborado posteriormente para matizar o enfatizar algunas de las conclusiones, presenta un abordaje más amable para el destino de alguno de los personajes, pero, aun así, se cierra con la presentación (inesperada) de la que podría haberse considerado, en una obra de estas características e intencionalidad, la gran ausente de las páginas previas: la adicción química (a la cocaína, en este caso, probablemente, por su aspecto y forma de consumo). Y no hace falta ya desarrollar sus consecuencias: el lector intuye que no serán más benévolas que las que ha presenciado hasta ese momento.
Adicción es un interesante ejemplo de Medicina Gráfica que nos ayudará a tener en cuenta en nuestras consultas a una serie de comportamientos, en ocasiones patológicos, que hace solo unos años no hubiéramos considerado como tal. Es un buen análisis social.
Premios y enlaces de interés
La página de la editorial incluye reseñas biográficas y bibliográficas de los autores:
El dibujante, Pedro J. Colombo, tiene un blog titulado “Minucias”, que actualiza periódicamente y expone gran parte de su obra en un portafolios virtual.